¡Ah, el Death! Un género en el que los riffs son subterráneos, las voces suenan como una deidad del terror haciendo gárgaras con alquitrán y la atmósfera es tan opresiva que hace que el derrumbe de una cueva parezca una brisa. Aquí entra "Ashen Womb", el tercer trabajo de los daneses Phrenelith, un álbum que no solo adopta estas cualidades, sino que desciende a un abismo, cava más profundo y supura.
Desde el intro y la canción de apertura, Phrenelith marca el tono con guitarras turbias y empapadas de reverberación y gruñidos cavernosos que suenan menos como una voz humana y más como algo gimiendo. Recuerdo haber oído su debut "Desolate Endscape" (2017) pero no tuve tiempo de escribir sobre él, ahora no se me escapa la oportunidad de referirles el sonido de cripta de la banda en el que las cosas miserables que hay en su interior se abren camino hacia la superficie.
Los riffs del disco se filtran, moviéndose con una sensación de pavor y pesadez interesante. Hay momentos de desesperación, como en el tema A Husk Wrung Dry, donde el ritmo se ralentiza como una bestia que se niega a morir. Phrenelith es una banda que domina el arte del ritmo, equilibrando asaltos de trémolo con pasajes espeluznantes del mundo Doom y en este trabajo se percibe esa cualidad claramente.
La producción es cavernosa pero nunca turbia: hay una niebla espesa y siniestra alrededor de todo, pero la mezcla aún permite que los riffs atraviesen la pared de sonido. El ataque de cuerdas es particularmente notable, tejiendo entre acordes gruesos y melodías inquietantes y disonantes, gran calidad instrumental de este cuarteto en el que no hace falta excederse en la exhibición técnica para hacer un buen disco.
Vocalmente, Simon Daniel y David Torturdød hacen de Phreneith un abismo de guturales. Los growls suenan como una bestia que brama desde las profundidades y cuando las voces más profundas, casi como un canto, se superponen, es genuinamente inquietante. Hay una cualidad ritualista en la forma en que las voces interactúan con la música: no es solo brutalidad, es invocación.
En poco más de treinta y nueve minutos "Ashen Womb" no se extiende demasiado, te arrastra a su abismo y te deja pudrirte lo suficiente como para no agotar. No hay relleno, solo Death puro e implacable, ejecutado con una sensación de horror Doom. Siento que este disco muestra el sonido del género bien hecho: primario, sofocante y lleno de terror sobrenatural, este es un trabajo que se debe escuchar. Otros temas destacados son Nebulae, Chrysopoeia y Ashen Womb.
8/10