Por razones poco discutidas y probablemente interesadas, el Metal que sale de sitios menos usuales, -digo- fuera de la zona anglosajona, nórdica y por excepción, de la Bota, parece que lo tiene más difícil de llegar a conocimiento general, no digamos a las carteleras y sitios de comentarios usuales. Es totalmente injusto, pero es así y no me gusta que sea de esa manera, por eso es un poco obligación y mucho placer hablar de gente como Vhäldemar, una banda vasca, española por su puesto, que hace un Power/Heavy/Speed muy al uso de Gamma Ray, Hellowen y similares, con un toque Manowar en lo que a épica refiere.
Con "Sanctuary Of Death" son siete sus larga duración y al menos éste -porque recién es que los vengo descubriendo- es el tipo de álbum que te agarra por el cuello y se niega a soltarte hasta que estás cantando sus himnos a todo pulmón. Esta banda no se contiene: golpea con la sutileza de un martillo de guerra y la velocidad de un tren desbocado.
Desde el inicio del disco la banda no pierde tiempo en marcar el tono: implacable, agresiva, pero innegablemente melódica. Si eres fanático de los solos de guitarra y las voces imponentes, aquí es donde te sentirás como en casa. La voz de Carlos Escudero es un grito primario que resuena con influencias de la vieja escuela, pero hay una ferocidad refrescante que se siente todo menos anticuada. Es como si el Metal clásico hubiera recibido una inyección de adrenalina y una mala actitud.
Temas hay por doquier, quizás no todos geniales, es cierto pero el disco tiene la virtud de mantener buen nivel, agregando eso que yo adoro, una canción que te lo recuerde por los siglos de los siglos, amen... me refiero a Deathwalker, un espectáculo en dos patas que tiene que ser escuchado, muy Accept o Axxis, muy alemana; agrégele a eso temas como Forevermore, Devil's Child, Dreambreaker, o Old King's Vision (Pt.VII) que aportan la energía que mantiene vivo el disco, todo aderezado con riffs sencillos pero afilados y una sección rítmica excelente. La alquimia está lograda.
Este no es un álbum que reinvente la rueda, a "Sanctuary of Death" le pudo haber sobrado una canción o dos, lo que realmente quiere hacer Vhäldemar con la rueda es atarle unos clavos, prenderle fuego y lanzarla a la batalla colina abajo. Para los fanáticos de los solos de guitarra épicos, los gritos de lucha y el Metal que te hace sentir como si estuvieras cargando hacia la guerra (así de ridículo y épico, jajaja), Vhäldemar cumple de sobra. De santuario nada, tierra arrasada.
8/10