En el gran escenario de la evolución del Metal, pocas bandas han tejido un patrón tan intrincado como Whitechapel. Con su último lanzamiento, "Hymns in Dissonance", revisitan sus raíces brutales y elaboran su nuevo trabajo con la delicadeza de artesanos que han pasado casi dos décadas perfeccionando su arte. Es como si nos invitaran a un sermón de alto voltaje donde los himnos tratan menos sobre la salvación y más sobre la aceptación del abismo caótico y hermoso. Para mi, un viaje al pasado, con explosivos modernos.
¿Recuerdan aquellos días en que la música de Whitechapel se sentía como si la hubieran apaleado con un martillo? "Hymns in Dissonance" recupera esa sensación, temas como Prisoner 666 y el homónimo Hymns in Dissonance evocan la ferocidad de sus primeros trabajos, con riffs implacables y voces guturales que podrían invocar a uno o dos demonios. Es una experiencia nostálgica y refrescante. Pero se deje engañar por la brutalidad; hay un método en esta locura.
El álbum se estructura ingeniosamente en torno a los siete pecados capitales, y cada canción, desde Diabolic Slumber hasta Nothing Is Coming for Any of Us, encarna un vicio específico. Este enfoque temático añade una capa de profundidad, convirtiendo la experiencia auditiva no solo en un ejercicio para los músculos del cuello, sino también en un festín para la corteza cerebral. Es como asistir a una clase de filosofía, pero ensangrentado.
El asalto de tres guitarras de Ben Savage, Alex Wade y Zach Householder es una lección de caos controlado. Sus riffs atraviesan la mezcla con precisión, mientras que la sección rítmica —Gabe Crisp al bajo y Brandon Zackey a la batería— proporciona una base sólida. La voz de Phil Bozeman es la guinda del pastel, oscilando entre guturales demoníacos y melodías inquietantes.
Para mi el punto culminante del disco son los temas de cerrar, Mammoth God y la mencionada Nothing Is Coming For Any Of Us, las cuales tienen de todo, melodía, agresión, introspección instrumental... hacía tiempo que no me sentía tan movido por un par de canciones de este estilo con tal calidad y profundidad. Obvias candidatas a Canción del Año de ELOMC y así quedan nominadas.
"Hymns in Dissonance" es un regreso fuerte para Whitechapel, que combina la agresividad desenfrenada de sus primeros años con la sofisticada composición que han desarrollado con el tiempo y aunque no todos los temas mantengan la perfección, el álbum no solo te invita a escucharlo, exige tu atención completa. Tanto si eres un fan de toda la vida como si eres un recién llegado con curiosidad por el lado más oscuro del espectro musical, este disco ofrece una experiencia profundamente emocionante.
8/10