El tiempo no pasa para casi nadie (Lemmy es la excepción), para Judas Priest lo ha hecho y sin embargo han sabido tomárselo bien, con gracia y lo demuestran en su último trabajo, "Firepower". Especialmente Rob Halford quien ya no canta como en los inicios, pero sigue haciéndolo bien, con pasión y fuerza, rememorando porque "British Steel" (1980) o "Painkiller" (1990) son de los discos más importantes del Heavy Metal. A su vez la banda puede que también haya rebajado la frontalidad de su música (quién no recuerda temas inmortales como Living After Midnight) por sonidos, en su conjunto, menos impactantes, pero bien realizados. El que medio ha estado involucrado en este sector de la música sabe que se le debe a gente como Ian Hill (bajo) y Glenn Tipton (guitarra) la definición del estilo, así que hagamos honor a quien lo merece.
En "Firepower", su décimo octavo disco de estudio, tras prácticamente cincuenta años de carrera (si, un 5 y un 0 detrás), a Judas Priest no hay más remedio que compararlos contra ellos mismos, no existe realmente otra medida razonable para hablar de estos ingleses y a la vez puede sentirse un poco injusto que el análisis no se realice partiendo de otras bandas del género, pero bien pensado no es posible, Judas es una institución y su propia historia es incluso más grande que ellos mismos. Es la bendición maldita de este tipo de agrupaciones, junto con otras cuatro o cinco, no más.
Desde esa perspectiva entonces, "Firepower" es uno de sus discos aceptablemente buenos, interesantes, de muy buena hechura, excelentes coros, no digamos producción y grabación (nada sorprendente), con unas cuatro canciones que casi cualquier banda de las que pululan en el ambiente ya quisieran para sí y sólo unas dos o tres que parecieran relleno. Reitero, este comentario está parado sobre lo que durante muchos años oí (y sigo oyendo) de la banda, este tipo de Heavy sería incluso difícil de comparar contra grupos nuevos, porque -incluso, me atrevo a decir- ya no hay tantas que lo hagan así. Acepto -por supuesto- que allá afuera hay verdaderos 'connoisseurs' de Judas Priest, lo que confieso, yo no soy a ese nivel.
Temas como Firepower, Lightning Strike, Flame Thrower y Never The Heroes hacen este disco un carrusel de emoción. Hay una canción que me parece especial que, aunque no sea la mejor del trabajo, busca activar la memoria de los fanáticos, me refiero a Children Of The Sun, con interesante ritmo Doom. Para bien o mal en esta canción, a pesar de lo bien que me sonó en su conjunto, es donde se evidencia más el ajuste que Halford ha debido hacer para lograr el efecto deseado.
Quien esté llegando a la fiesta del Metal que no deje de oír "Firepower", es un interesante punto de partida; luego, para entender hacia donde vamos con referencias históricas, pueden darse una vuelta por lo más conspicuo de la banda, que si de recomendar se trata, además de los dos discos mencionados en el primer párrafo, incluiría a "Screaming For Vengance" (1982) y "Defenders Of The Faith" (1984). En todo caso, Judas Priest parece estar en buena forma y dudo que este sea su trabajo de despedida.
7.5/10